Por: Saúl “Maxx” Figueroa Sánchez
Molotov - Frijolero
A todo lo largo y del lado izquierdo de la avenida por la que vienes conduciendo se encuentra una barda fronteriza que fue construida para propósitos primitivos que tiene el hombre: marcar diferencias y dividir.
De un lado de la barda reina el color arena y gris, el aire suele ser pesado y seco. Muchas de las calles no están pavimentadas y la falta de banquetas ocasiona que las personas caminen por la calle; ver a personas paseando perros de pelea y contar a más de cinco perros callejeros a cada dos metros del trayecto no es algo fuera de lo común. Sobre las avenidas principales sólo hay locales comerciales, legales e ilegales, y el tránsito de vehículos es pesado por lo que existen a cada dos kilómetros puentes peatonales, los cuales mejor han aprendido ha usar los perros callejeros que los propios humanos. La gente compra discos compactos a ocho pesos, a quincelas películas en formato VCD; por siete se vende una blusa y por otros 50 unos pantalones.
Para sus habitantes, la colonia en donde viven es su mundo y el ir al zoológico de Chapultepec es para ellos unas vacaciones que hacen con mucho esfuerzo. La vida en ese lugar no es sencilla: muchas de las casas están hechas con palos y techos de cartón, pero eso sí, podrán faltar servicios básicos como agua potable, alcantarillado, pero no falta una televisión con la cual la familia se embrutece viendo telenovelas y reality shows. Muchas veces tienen sólo para comer frijoles y tortillas pero nunca les falta un refresco de cola.
Los fines de semana cierran algunas calles para hacer fiestas de 15 años, con dinero que los padres tuvieron que juntar durante cinco años y lo gastan mejor en una pachanga que en hacer un cuarto para su casa. Los políticos se aparecen en épocas electorales prometiéndoles cientos de cosas porque saben que son una mayoría, pero una vez que son elegidos se olvidan de sus promesas.
En un radio de tres kilómetros se pueden encontrar más iglesias que escuelas primarias o secundarias. A dichas escuelas asisten niños y niñas inteligentes con alegría e ilusiones; aunque sus oportunidades de salir de esas colonias son escasas. Los maestros y directores conocen esa realidad.
Por lo que he escrito, uno puede creer que lo peor existe de ese lado de la barda pero no es así. Del otro lado de la barda, por el que vienes conduciendo, hay un mundo en donde la búsqueda del poder, dinero y fama es algo común. Los adolescentes y jóvenes están en constante contacto con la bulimia, anorexia, otros trastornos y adicciones. Los valores morales y éticos son cada vez más escasos y sólo se busca el bienestar individual no importando por encima de quien se deba pasar para lograr sus objetivos.
El humillar a la gente, el racismo, la arrogancia, la corrupción, los secuestros y dar dinero a obras de caridad están de moda. Las personas al final del día se sienten vacíos e insatisfechos con sus vidas.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con las matrioshkas? Las matrioshkas(1) son muñecas rusas que en un principio fueron hechas como símbolo de maternidad. Estas figuras hechas de madera son famosas en todo el mundo, lo distintivo de las matrioshkas es que en el interior de la muñeca principal hay otras de diferentes tamaños.
Así es nuestro México, lleno de mexicanos divididos por fronteras. Fronteras que dividen pobreza, riqueza y diferentes ideologías. La mayor parte de la riqueza está concentrada en el mínimo número de la población y territorio (la más pequeña y protegida matrioshka); la pobreza es la más grande matrioshka y en medio de estas se encuentra la pobreza extrema y la clases medias.
Quiero terminar con dos preguntas que considero importantes:
1. ¿Quiénes crees que son los que necesiten más ayuda?
2. Uno de los principales propósitos del ser humano es buscar la felicidad ¿Quiénes crees que son genuinamente felices?